viernes, 20 de enero de 2012

Lo que debemos conseguir


Gracias a José Mário dos Santos Félix Mourinho, el Real Madrid C.F. ha encontrado el camino correcto. La forma de organización adecuada para lograr el máximo rendimiento deportivo poniendo en su sitio la figura del entrenador. Ciclos de cómo mínimo tres años en los que una sola persona se encargue de hacer la plantilla. Ese es el camino. ¡Esa es la receta! Ha sido necesario un tipo con el currículum y la personalidad de Mourinho para convencer al Presidente y unir a la afición. Por ello yo soy mouriñista hasta la médula. Espero y deseo que la inevitable marcha, tarde o temprano, del portugués no suponga el final de este modelo.

Como en lo esencial las cosas se están haciendo bien, no seré yo quién ayude a sembrar dudas. ¡Cómo si Mou no tuviera ya una grandisima legión de críticos oportunistas y malintencionados! Sin embargo, y a estas alturas, yo veo ya confirmadas ciertas carencias, de modo que, encontrándome en un dilema, he optado por decirlas aquí y ahora. Carencias que, por cierto, vienen arrastrándose desde decadas.

El fútbol es un juego colectivo. A la hora de decidir un pase uno no depende exclusivamente de sus posibilidades técnicas además de su propia precisión y confianza, sino de la ayuda de los compañeros y de los espacios. Así hay un juego al pie, donde está el compañero, generalmente de apoyo; y hay otro al espacio, en corto o en largo, donde va a estar o a buscar el balón. Con el trabajo táctico, en la interacción entre los equipos, el rival siempre dificultará los pases verticales al espacio, los hará más caros en cierta altura del campo. Y por la propia lógica de la lucha, esta zona suele ser en el medio campo.

Uno de los principios del fútbol, que puede confirmarse en todos los grandes equipos, es la necesidad de centrocampistas de calidad. Esto es de futbolistas dotados para moverse en aquella zona, ofrecerse a los compañeros, fundamentalmente de su línea; y para dar pases verticales o diagonales capaces de ganar terreno a las líneas del rival (todo futbolista profesional es capaz de hacerlo, al menos alguna vez o con cierta intermitencia, ¡faltaría más!: yo me refiero aquí a hacerlo CON REGULARIDAD y habitualmente). Claro que la calidad, y más en el futbol actual, se ha demostrado no tener porqué estar reñida con el trabajo, qué para eso está el entrenador. Así, como la presencia de este tipo de futbolistas no asegura por sí solo el éxito, su ausencia es de todo punto de vista inasumible.

El Real Madrid carece de una pareja de medios centros de semejante garantía, y de centrocampistas de probada calidad desde hace ya muchos años. Ello no es culpa de Mourinho, aunque a partir de esta misma temporada, de cara al próximo año, sí será ya su responsabilidad (yo entiendo que el fichaje de Nuri Şahin vino a compensar este tipo de carencias).

Para no remontarnos en aquello de las culpas quiero recordar la primera temporada de Florentino Pérez (2009-2010). El entonces director general adjunto a la presidencia, Jorge Valdano, y su hombre para el banquillo, Pellegrini, trajeron a Xabi Alonso, pero vendieron a Wesley Sneijder (qué pareja nos perdimos, ¡y la tuvimos!).

No soy partidario de criticar demasiado a determinados jugadores. Y mucho menos hacerlo a la primera oportunidad. Hay, no obstante, futbolistas que no tienen calidad para ocupar determinadas posiciones esenciales en el Real Madrid. Basta ver su juego y cómo evitan constantemente complicarse la vida, no completando prácticamente ningún pase diagonal o vertical, o haciéndolo un número pobre de veces, siempre inversamente proporcional a la exigencia y grandeza del rival (Lass Diarra, antes Fernando Gago o el otro Diarra). Y hablo de temporadas enteras. U otros a los que se supone esa calidad y, no solamente no las evidencian, sino que se muestran fríos e inseguros (Esteban Granero). O cuando parecen algo más, no terminan de arrancar y carecen de la continuidad que se les exige, aunque sean jóvenes (Sami Khedira). Una prueba de ello es que, de todos los centrocampistas del Real Madrid, ¿cuántos serían codiciados por clubes de primerísimo nivel?

El problema del bajo perfil de los mediocampistas blancos no solamente condena al equipo a pasar por el Xabi Alonso, sino que ante la dificultad hace crecer la desconfianza por todos lados. Sin espacios, o frente a equipos que te los cierren (y peor cuando te presionan más cerca de tu portería, como acostumbra a hacer uno que viste de azulgrana) el equipo es inoperante. Es una cuestión de hombres que hay que resolver si realmente pretendemos competir contra la Farsa. Y este es el punto que debemos conseguir despues de dar con la receta institucional adecuada.

¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.

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