miércoles, 4 de enero de 2012

Limpiando la basura


Noche de reencuentros. Héroes y villanos, más la necesidad imperiosa de ver fútbol, hacían del partido de anoche una obligada cita ante el televisor. En el Bernabéu frío, mucho frío, tanto en el ambiente como en la actitud de los jugadores en la primera mitad. Dos jugadas iguales a la salida de un córner condenaban al Madrid hacia el abismo. Mourinho, en pleno arrebato en el descanso, puso todas la piezas sobre la mesa. Una de ellas es el rey del tablero. Con el mejor nueve del planeta se puede ir hasta el fin del mundo. Sí, ese no es otro que Karim Benzema.
Muchos ya tenían la vista puesta en el más que probable enfrentamiento entre Madrid y Barcelona. Mourinho no, desde luego. La presencia de Alonso, Casillas y Cristiano en el once es la muestra de ello. El Madrid salió plano, sin desborde. Muy plomizo. El reloj de Xabi se quedó parado en 2011 y el Madrid sufrió. Muchísimo. Siempre lo hace cuando el tolosarra no está a su nivel. Mourinho dejó varios recados en rueda de prensa; en uno de ellos advertía de los excesos navideños en algún jugador. No sé quién es el protagonista, sólo indico que Alonso estuvo con dos marchas menos en el motor. Demasiado lento. Y si a eso le añadimos los dos fallos garrafales de Iker en los goles, apaga y vámonos. La bronca en el vestuario debió ser épica.
 
La entrada de Benzema, Özil y Khedira revolucionó el encuentro. El Málaga tuvo un buen trato del balón, con un espectacular Isco a la cabeza. Van Nistelrooy hizo bien su papel: aguantar la pelota en una zona y esperar la llegada de sus compañeros. Jugar al contragolpe, a sus años, es matarle. Se llevó la ovación de la afición por sus años de blanco. Una afición que, sorprendentemente, animó cuando más lo necesitaba el equipo. Mourinho ha destacado en rueda de prensa el apoyo fundamental del público para lograr la remontada. Un hecho, que debería ser rutina, aplaca a cualquier rival. Los de Pellegrini fueron un juguete en la segunda mitad. La recuperación de esa unión histórica entre el afición y el equipo es clave para los próximos compromisos.
El gol de Khedira, a trancas y barrancas, inició las hostilidades. Benzema ya se había puesto el mono de trabajo. Qué partido. Presencia en todos los flancos del ataque, devoluciones, paredes y desmarques. En definitiva, un sinfín de movimientos que le hacen ser, para un servidor, el mejor nueve del planeta. La afinidad Higuaín - Raúl y Benzema - Zidane, salvando las distancias futbolísticas, es un hecho. El primero es el héroe de la grada, aquel que encarna valores madridistas basados en la lucha, la pillería y el esfuerzo (segundo gol como prueba de ello). Mientras que Benzema es clase y elegancia, unas características que le sitúan más cercano a un mediapunta clásico que a un nueve. Sin embargo, el francés tiene gol. Y mucho. El gol de la victoria fue un bofetón para esas hienas que sonreían en el descanso, secas de sangre y de un golpe moral con Pellegrini como cabeza de turco. 
Que sigan esperando.
 
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.

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