Los cuatro goles que le metió el Dortmund al Real Madrid el
miércoles pasado tuvieron el mismo efecto que cuatro puñaladas. Fueron certeros
y se clavaron donde más duele; en el corazón blanco. Las alarmas se
encendieron, la rabia y el dolor se manifestaron en forma de lágrimas e
impotencia y los viejos fantasmas salieron del baúl donde el equipo blanco
guarda los momentos más tristes de su historia. Pero entonces, minutos después
de que el árbitro pitara el final del partido, ocurrió algo sorprendente y una
única palabra se implantó en el corazón del madridismo: Remontada. ¿Por qué no?
El Real Madrid es como un hijo, un amigo o un padre al que
por muchas veces que caiga, no te importa levantarle porque siempre está ahí
para sacarte una sonrisa. Con el Madrid he vivido noches de infarto, de éxtasis
y noches en las que he llorado de alegría y de tristeza. Vi al Madrid batir el
récord de puntos y de goles en Liga la temporada pasada. He disfrutado hasta la
extenuación de la victoria en 4 de las 9 Copas de Europa que tiene el club
blanco. Viví la Copa del Rey que ganamos hace dos años en Mestalla y el pase a
la final en la Copa de esta temporada, pero también he visto al Madrid caer
durante 8 años seguidos en octavos de final de la Champions y 2 años seguidos
en semifinales de la misma. He visto al Madrid encajar 6 goles en casa contra
el Barcelona y le he visto perder 5-0 en el Camp Nou. He visto como el Zaragoza
nos metía 6 goles en la Romareda en Copa del Rey, como el Alcorcón nos endosó
cuatros goles y he vivido, en otras cosas, los 5 años en blanco del Madrid. Y
sigo aquí, con el alma blanca y el orgullo intacto.
¿Por qué no creer ahora? ¿Por qué no animarles hasta el
final? ¿Por qué no pensar que es posible marcar 3 goles en el Bernabéu? ¿Por
qué abandonarles cuando más nos necesitan? ¿Por qué no seguir demostrando este
amor incondicional? Todos aprecian la victoria, pero el valiente aprecia
también el honor.
No me gusta pedir nada a nadie pero esta vez haré una
excepción y pido a los once que hoy vayan a jugar la vuelta de las semifinales,
que honren la camiseta. Si les reclamo esto, es porque sé que pueden hacerlo,
es porque ya lo han hecho. A la afición que vaya al Bernabéu le pido que crea y
aliente al equipo hasta el final. No es tiempo de divisiones, ni de defender a
un jugador o al entrenador. No es hora de pedir cabezas, ni de criticar ni de
menospreciar a los jugadores. No es hora para los débiles, cobardes, escépticos
e inseguros. Es tiempo de valientes, de mirar este escudo y comprender que es
lo único importante.
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.