miércoles, 25 de abril de 2012

Por Juanito, por nosotros, por la Gloria.



El partido de esta noche lo espero con la lógica expectativa, pero sin tensión. Esto parecerá una verdadera sobrada ante este partido absolutamente trascendente, pero es que tengo clarísimo que pasaremos a la final. Cierto que es una semifinal a cara de perro nada menos que contra el Bayern, pero tenemos a dos de las armas futbolísticas más poderosas del planeta: Cristiano Ronaldo y, especialmente, Jose Mourinho. Son éstas una semifinales muy distintas a cualesquiera que hayamos podido jugar en los últimos 30 años: cuando la Quinta del Buitre, éramos muy buenos pero los hechos demostraron que no lo suficiente; a Heynckes el equipo se le fue de las manos progresivamente, y Del Bosque siempre fue poco más que una marioneta. Esta vez me siento como si aquel equipo de la Séptima hubiera estado dirigido por Fabio Capello.

Sí, el sueño de la Décima es ya casi una realidad. Ayer murió la Farsa de una forma tremendamente cómica, lo cual, además de proporcionarnos risas para años, nos ha puesto la competición en bandeja. No porque le tuviéramos miedo a su juego en caso de haber jugado contra ellos la final, sino porque siguen siendo el equipo del régimen de Platiní&Villar, como quedó claro: la rigurosísima expulsión de Terry por un golpecito de chiste (si bien el central pecó de muy poca inteligencia) y el “penalti” señalado en el incontable desmayo culé nos recordaron que los blaugranas llevan jugando años con una grandísima red. Ayer ni siquiera eso fue suficiente, pero que nadie dude que el árbitro cumplió con lo que se esperaba de él. El Real Madrid sólo necesita ganar dos partidos normales para proclamarse rey del mundo.

Vamos a ganar hoy. Porque el equipo es muy muy bueno, tiene un potencial ofensivo casi ilimitado y lo dirige el mejor técnico. En un deporte en el que los jugadores suelen ser auténticos zoquetes, el Madrid tiene la mente futbolística más brillante y ambiciosa, en cuyo interior está perfectamente marcado  el camino hacia el título. Mou nunca ha necesitado tener a los mejores jugadores, ni las condiciones más favorables. De hecho, sus dos títulos continentales los ganó con dos bandas de futbolistas con mucha más voluntad y fuerza que verdadero talento. Ni que decir tiene que a los talentos del Madrid les está sacando mucho más partido. Sí, vamos a lograr ser Decacampeones del Mundo (la Champions es el auténtico Mundial, igual que la NBA), algo que recordaremos para siempre, y que reivindicará todo un modo de entender el fútbol y la vida. A algunos este momento les llegará muy jóvenes, siendo casi niños; a otros, al final de la vida, como bonito colofón sentimental; a mí me pilla un poco en la mitad, aunque vivir este momento soñado tantas veces me hace recordar que ya no soy ningún chiquillo.

Tampoco digo que vayamos a vivir un partido tranquilo; de hecho, yo lo voy a ver atacado, como me ocurre casi siempre en estas partidos, pero no por ello dudo del desenlace. La ventaja de campo será decisiva, no por nuestro público sino porque uno siempre juega mejor en su casa. De verdad que no veo a este Bayern venciéndonos en nuestra casa, dirigidos como están por Heynckes, un señor con permanente cara de susto y que siempre ha sido un secundario de lujo en el fútbol europeo. 


Con las carencias que podamos tener, somos una máquina de fútbol, tal como demostramos el pasado sábado en el Camp Mou, y vamos a coger lo que es nuestro, ni más ni menos. Pido prudencia a los jugadores que tienen tarjeta para no llegar cojos a la final, aunque sé que al Chelsea le ganaríamos en 100 de cada 100 partidos. Si la cosa acaba siendo más tensa de lo deseado y muero por la impresión, fue un placer, damas y caballeros. Pero, si tal como espero, esta noche conseguimos el pasaporte hacia la gloria, nos volveremos a reunir aquí para celebrar el triunfo, y para empezar a festejar un mes mágico e irrepetible en la historia de esta fantástica máquina de sueños llamada Real Madrid.


¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.

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