No lo mereció el Madrid, y puede que tampoco el Granada, si
no le hubiera entrado un tembleque increíble en los últimos minutos de partido.
Los blancos ganaron de pura suerte, resacosos tras las celebraciones ligueras
de entre semana y totalmente desconectados durante casi 60 minutos. Pero dos errores
clamorosos de los andaluces, un penalti absurdo y un autogol dejaron a los de
Mourinho a tiro de 100 puntos. Pero contra el Mallorca hay que mejorar sí o sí
o el objetivo será imposible.
La primera parte fue para olvidar. Vale que el equipo venía
de una fiesta que duró más de 24 horas, con excesos que anteriormente no se
permitían. Vale que el nivel de tensión acumulada durante la temporada era
brutal y que al pincharse el globito culerdo la relajación tenía que llegar.
Vale que el Madrid jugó cargado de suplentes. Y vale que estaba claro que la
búsqueda de Cristiano Ronaldo en cada jugada de ataque, como si fuera el Arca
Perdida, iba a ser el recurso mayoritario en el ataque madridista. Pero el
equipo dejó sensaciones pésimas durante muchos minutos, demasiados.
Marcelo, capitán en Granada, mostró una falta de tensión
considerable, dejando una autopista a su espalda que pudo costar muchos disgustos
pero quedó en uno: el gol de Jara, aprovechando además la lentitud de Carvalho y una indecisión de Varane. Los
dos medios centros, Granero y Sahin, no terminaron de cogerle el ritmo al
partido nunca. Con Kaká desaparecidísimo y Di María y Benzema empeñados en que
todas las jugadas acabaran en remate de Ronaldo, el Madrid era una caricatura,
y de las malas, de sí mismo.
Un par de cabezazos de Ronaldo (uno en fuera de juego) y un
tiro lejano de Sahin, todos fuera de los tres palos, fueron todo el ataque de
los blancos hasta el descanso, mientras que Adán, que demostró que despejar de
puños se le da estupendamente, fue de largo el mejor del Madrid más porque ninguno
de los 10 restantes hicieron nada que por otra cosa. La entrada de Alonso y el
Pipita tras el descanso, más la entrada de Callejón a los 15 minutos, le dieron
algo de presencia al Madrid, que al menos tiró de orgullo para comenzar a
aparecer en el área de un Julio César
que hasta ese momento había sido el espectador más privilegiado del encuentro.
Pero todo seguía igual: Ronaldo obsesionado con marcar, sus
compañeros obsesionados con que lo hiciese y con el Granada sabiendo qué es lo
que debía tapar todo le resultaba más fácil. Curiosamente, las llegadas de
Benzema, Higuaín y Callejón por banda derecha era lo que más peligro provocaba
sobre la portería contraria: desde que el Madrid se salía del guión previsto el
rival se quedaba desnudo.
Se salió del guión, claro, el penalti-placaje de Moisés
Hurtado a Ronaldo que consiguió el empate blanco. Y entonces le entró tal
tembleque nervioso al Granada que el equipo se murió por culpa de los nervios, firmando
su derrumbe con el gol en propia puerta de Cortés en el descuento y una tangana
final que les deja en sin un par de jugadores para la última jornada. Pero eso
es cosa de ellos: el Madrid aún puede llegar a 100 puntos.
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.
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