A la mierda la crónica del partido, al fin y al cabo la Liga
ha terminado y el análisis no tiene mucha trascendencia. En lugar de eso, hablaré de las
celebraciones anteriores y posteriores al partido. Para empezar, me parece
cojonuda la idea de vestir a todo el público de blanco, medida que ayer dio
otro aire al normalmente apagado Bernabéu. De hecho, a partir de ahora lo
implantaría como norma obligatoria de acceso al estadio.
Empezó el partido y machacamos al Mallorca, como era de
esperar, pocas sorpresas por ahí. Cristiano acababa el año con 46 goles,
Benzema con 21 e Higuaín con 22, cifras buenas buenas. Logramos la cifra
galáctica de los 100 puntos, que amenaza con ser eterna, y 121 goles en Liga,
superando por nada menos que 14 el anterior récord, de veintitantos años de
antigüedad.
En cuanto a la fiesta de después del partido, me parece perfecto
cubrir el campo de blanco. Éste tiene que ser siempre nuestro color
predominante: el de la pureza. Eso sí, antes que los jugadores apareció Plácido
Domingo con un atuendo totalmente informal y madridista, para “cantar” el himno
del Centenario. Ustedes pueden pensar que el cantante lírico más célebre del
mundo tiene ciertos principios inamovibles, como cantar siempre en directo,
pero no: el bueno de Plácido se marcó un playback que habría puesto colorado al
mismísimo Georgie Dann. Observen la diferencia con una actuación de hace unos
años, en la que cantó de verdad. Ayer al menos podía haberse esforzado en
sincronizar los labios con la letra, aunque imagino que se le olvidó, debido a
su gran longitud y complejidad.
Tras el cantante salieron los jugadores, y la cosa ya fue
más divertida. Nos entregaron por fin el trofeo (tres semanas han tardado) y
después los futbolistas se dirigieron al público micro en mano. Esto es una
moda reciente, y a mí me gusta, no porque sea muy interesante lo que digan, sino
porque enseña muchos rasgos de sus personalidades y muchas situaciones del
vestuario. A Cristiano lo vi bastante menos risueño que cuando llegó hace tres
años con una sonrisa que no le cabía en la cara. Seguramente nunca imaginó
hasta dónde llegaba la auténtica
frialdad del Bernabéu. Higuaín está fuera, está más que claro. El club
dirá que es el jugador quien desea irse, llegarán los moros con un carro de
muchísimos millones y ahí acabará la cosa. El argentino dejó al público uno de
sus últimos mensajes “¡Viva la concha de la lora!” Sí señor, que viva.
Terminaron los festejos con la vista puesta en hacer un
papel todavía mejor el año que viene. Y dejando aparte quien venga o se vaya
del club, creo que sólo nos contentará un doblete o triplete de títulos. La
verdad es que contamos con una base muy muy buena para lograr ese objetivo.
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.
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