Las declaraciones de Cristiano en la llamada zona mixta
(mitad deportistas, mitad gentuza) son sorprendentes, principalmente porque son
muy impropias de él. Pese a su mala fama -normal en un país donde casi
cualquier acto de autoafirmación y competitividad es censurado- el portugués ha
sido siempre un jugador muy comprometido con la club: si alguna vez se le ha
calentado la lengua, ha sido para criticar a enemigos del Madrid o suyos
propios, no teniendo más que buenas palabras para el club. A diferencia de
otros jugadores madridistas, Cristiano siempre ha mostrado bastante
“inteligencia política”, que complementaba perfectamente su excepcional
rendimiento en el campo. Por ello, su salida de tono es más lamentable si cabe,
pues él debía saber perfectamente que nuestra vergonzante clase periodística se
lanzaría sobre sus declaraciones como auténticos carroñeros, causando un
terrible desgaste de imagen al club; precisamente lo último que necesitamos en
una temporada que ha empezado con dos tropiezos.
Sin embargo, quiero intentar rascar un poco en la
superficie, porque puede haber algo que no veamos a simple vista. Por supuesto,
la clave es el motivo de las quejas de Cristiano: ¿es una cuestión de dinero,
se siente poco valorado por el club frente a sus compañeros, no le gusta el
público, cree que el club no se defiende como es debido ante los ataques de
afuera? Sinceramente, no tengo ni idea, y en casi todos los casos, decir su
malestar en público es una pésima idea. Ahora bien: es cierto que, en el
pasado, Mourinho también ha criticado públicamente ciertos aspectos del club, y
esto ha resultado a medio plazo en una notable mejora institucional (recordemos
aquella famosa frase de “me quedo solo defendiendo al Madrid”). Aunque el peso
de un jugador no es sobre el papel el de un entrenador, el Real Madrid,
lamentablemente, ha demostrado ser una club que sólo aprende a palos.
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.
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