lunes, 3 de octubre de 2011

Otro asadero, pero ahora de periquitos.



Que bien sientan los asaderos. Ayer se comprobó. Un hat-trick del Pipita y otro de Callejón finiquitaron a los pericos en un partido sin mas transcendencia. Fuimos, vimos y ganamos.

Cristiano Ronaldo tardó exactamente dos minutos en tocar su primer balón. Fue fácil notarlo porque al hacerlo los decibelios de Cornellá se dispararon como de costumbre. Lo habitual es que el portugués tape esos silbidos de forma rápida. Dicho y hecho. Fue agarrar el primer balón y chutarlo con violencia a la portería de españolista. Si el balón no entró en la red fue porque la fortuna acompañó al portero local con un despeje defectuoso que no se transformó en pésimo porque el poste cobró vida propia.

Fue el primer aviso merengue. El gol empezaba a olerse, y más viendo a un Espanyol muy presionante arriba que dejaba a su espalda una autopista para que los velocistas blancos pudieran lucir carrera. Y eso fue lo que pasó. Kaká sacó a pasear esa zancada elegante que Dios le ha dado, Cristiano le pisó un poco más al acelerador e Higuaín hizo el resto. Un contragolpe mortal que acabó de la mejor forma, en la red del Espanyol. A menor número de toques, más mortal es el picotazo. Ahí el pipita demostró que vuelve a cumplir cuando se le necesita.

El gol del Madrid calmó el partido. Al menos por parte blanca. Las revoluciones bajaron y el Espanyol lo aprovechó para verle la cara a Casillas, algo que no había sucedido hasta el momento. Un par de tiros desde fuera del área probaron los guantes del portero madridista. El descanso le llegó en el mejor momento al Madrid. Justo cuando flojeaba en el partido y el Espanyol se hacía más grande.

Los momentos de flojera blanca se borraron de un plumazo cuando Higuaín dijo basta. Con un buen desmarque y un gran pase de Arbeloa fabricó el 0-2. Ahí murió el Espanyol. Un zapatazo al primer toque, cruzado y a la escuadra que hubiera firmado el mejor delantero de Europa. Un golazo, sin duda.

El Madrid necesitaba sentenciar el partido con un gol. Higuaín ya había cumplido. Dos goles del Madrid, los dos suyos, aunque luego habría más. Primero fue Cristiano el que le quitó la palabra egoísta de la boca a todos aquellos que le ponen de individualista para regalarle un gol a Callejón. Ahí empezó a abandonar la heroica Cornellá. Y es que un Madrid suelto y con espacios es sencillamente imparable.

La solicitud de perdón de Callejón por el gol a la que fue su grada contrastó con la picardía de Higuaín para volver a llevarse la gloria gracias al tercer tanto de la noche en su cuenta particular. Su visión para darse cuenta de que el defensa blanquiazul no llegaba a un balón retrasado y convertir en arte un balón cualquiera fueron la rúbrica a un partido en el que entró como parche de Karim y acabó saliendo como la gran estrella. Es lo que supone tener la mejor plantilla de Europa, que cualquiera te la arma.

¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas

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