sábado, 15 de octubre de 2011

A base de Pipa


 El antídoto contra el Virus FIFA tardó en aparecer. El Real Madrid, tras una primera parte en la que estuvo "enfermo" por el parón de selecciones, tuvo que esperar a la segunda para salir de la cama, ponerse las zapatillas e ir a la cocina a hacerse una sopita. Porque el Betis aguantó el 0-0 justo hasta el descanso y no fue hasta el primer gol de Higuaín, segundo hat-trick consecutivo con la camiseta blanca, cuando le perdió la cara al partido. El enfermo dio el brinco de la cama y a base de zarpazos mando al dichoso virus a "pulpiar a la marea".

Pero hubo que esperar, porque el Madrid estuvo muy espeso en la primera parte. Los jugadores blancos estuvieron faltos de tensión y además el planteamiento de Pepe Mel, igual de valiente que siempre, tampoco permitía mucho. Con Xabi y Lass estando casi encajados entre los centrales, el equipo comenzó el partido como suele terminarlos, partido en dos. Y así era imposible morder al Betis. Apenas un par de aproximaciones con peligro, un cabezazo de Ronaldo y un rechace que se le quedó a Özil, y poco, demasiado poco, más.

Pero en la segunda parte comenzó la exhibición del Pipita. El argentino cogió su fusil y nada más saltar del descanso pegó su primer disparo. A pase de Ronaldo y tras error del portero betico. El Pipa no desaprovechó el regalo y mató al Betis, hasta entonces un equipo serio pero que al primer sopapo se desintegró. 
Kaká, que volvió a merendarse a un Özil de nuevo titular, hizo su gol clásico, el remate de rosca al segundo palo, en medio de una lluvia de ocasiones blancas. El brasileño, todavía algo falto de fuelle pese a que el virus no le afectó, sigue dando muestras de su recuperación. Özil, en cambio, sigue con las luces apagadas.

Pero el Madrid quiso darle algo de emoción al partido, permitiendo en un despiste defensivo monumental ante Rubén Castro que Jorge Molina no desperdició. Pero Higuaín no estaba para regalos. Dos goles casi consecutivos para redonderar un hat-trick, los dos a pase de un Di María que entró desmelenado al campo. Y el segundo, salvando las distancias, con la cuchara de Raúl.
El 4-1 cerró el partido y Mourinho, incluso, se permitió el lujo de sentar a Ronaldo para que descansara. 
Costó salir del resfriado, sí, pero con el Pipa es más fácil.

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