martes, 13 de noviembre de 2012

A la caza del búfalo


Esto se veía venir. La veda estaba levantada desde hace mucho tiempo. El corría como un búfalo por todos los campos de España. Como corren los búfalos, poderosamente, pero, al mismo tiempo, mansamente. Sin meterse con nadie, ni hacer apenas faltas, buscando siempre el balón para perforar la portería contraria con sus temibles disparos. No se le ha visto nunca escupir a ningún contrario. Ni dar a nadie un puñetazo por la espalda. Ni mucho menos lanzar un balonazo a un espectador. Ni tampoco liarse a tortas con ningún rival. Lo suyo era jugar al fútbol y golear.

Por eso los caciques de la pradera, y demás forajidos de los medios, no lo podían aguantar. Y levantaron la veda del búfalo. Primero le llamaron chulo, por ser guapo y tener dinero. Luego pusieron precio a su cabeza para que todos los bandidos que andan por la pradera del fútbol español pudieran cazarlo impunemente. "Lo queremos vivo o muerto" decían los pregoneros de los medios de todo el país en todos sus titulares, en todos sus programas de radio y de televisión, semana tras semana y dia tras dia.

Por eso todos sabían que se le podía golpear impunemente, en especial los árbitros, que con él se han comportado como los peores cazarrecompensas de la peor calaña. Patadas, agarrones, cabezazos, empujones, codazos. Todo valía para cazar al búfalo en la pradera del fútbol español. Los árbitros no pitaban ni falta, y si nuestro pobre búfalo mugía acosado por tanto forajido que quería acabar con él, encima le sacaban tarjeta a él.

Los caciques y los forajidos de todo el fútbol español fueron estrechando el cerco. El domingo lo emboscaron en el Ciudad de Levante. Uno de ellos, de los más renombrados del país con numerosos antecedentes penales y varias condenas de prisión a sus espaldas, lo cazó con el codo en el minuto uno del partido rompiéndole la ceja. Nuestro búfalo se desplomó sangrando sobre el césped de la pradera. Malherido, no pudo acabar el partido. Desde el cuartel general de los forajidos y caciques de la pradera se levantó un murmullo de satisfacción: ¡ya lo tenemos! Pero antes de irse, nuestro búfalo se levantó y les contestó por toda la escuadra con un gol de los suyos. Los forajidos no se lo podían creer. "¡Ni pegándole un tiro conseguimos acabar con él!" murmuró Freixa, que es el forajido que mueve los hilos del reglamento en la pradera de nuestro fútbol.

Pues que sepan que nuestro búfalo no está muerto. Y que ni todos los forajidos y cazarrecompensas del mundo podrán acabar con él. Y que volverá para seguir corriendo por la pradera y perforar las redes contrarias como sólo él sabe hacerlo. Y no volverá sólo: esta vez le acompañarán los Hombres de Mou...para acabar con tanto malo y tanto forajido y tanto indio que llenan nuestro fútbol y nuestras praderas.

¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.

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