La megaciudad mundial, Nueva York, vio cómo el Universo
futbolístico recuperaba parte de su equlibrio, con un Real Madrid recordándole
al Milan su verdadera función: ser nuestro retrete personal. Acojonaba sin duda
la plantilla milanista, pero no por su calidad, sino por la cantidad de
paquetes, acabados y jugadores semianónimos que formaban en su equipo. Del
lejano glamour de los Rijkaard, Gullit y Van Basten o la calidad de Shevchenko,
Seedorf y Pirlo a una colección de bultos sospechosos y negratas con pinta
carcelaria, todos ellos de muy dudosa aptitud para la élite del fútbol. Hasta
un jugador del Villarreal van a quedarse cedido esta temporada. Pero no diré
que me dan pena: que se jodan. Les esperan unos años duros, muy duros, de
comerse el culo de la Juventus, como siempre fue tradición, por otra parte. Por
cierto que ya no compartimos publicidad, pues los milaneses se han pasado a los
millones de los Emiratos.
El Madrid jugó un poco al tran tran, lo que no le impidió
dominar al rival con comodidad la mayor parte del tiempo. Eso sí, en cuanto
vemos hueco tenemos una especie de resorte que al activarse nos hace pasar la bola
al primer toque y meternos en el área contraria en poquísimos segundos. Di
María demostró ser, de largo, nuestro hombre más en forma esta pretemporada, y
no sólo marcó el primer gol de gran volea, sino que se mostró rápido y
peligrosísimo todo el tiempo que jugó. Por el campo pululaba Robinho, antaño
promesa del fútbol mundial, hoy otro regateador
más con peinado extravagante, que no obstante se las apañó para
marcarnos un buen gol, el del empate, que al final sería el único del Milan.
Llevaban el control del medio campo merengue Khedira y Lass,
este último pesadilla particular mía, porque se empeña en brillar en
pretemporada y al final siempre corta su posible traspaso. En la media punta,
Özil estaba echando la papilla tras la primera media hora, quizá tendremos que
ponerle un preparador físico personal. Benzema -que ahora tiene pelo- estuvo
bastante activo, y Cristiano demostró que ya está al nivel físico necesario
para la competición oficial. La defensa apenas tuvo trabajo ante el pobre
Milan, y Coentrao pudo dedicarse a atacar con bastante libertad. En el lateral
derecho estuvo el canterano Nacho, que pasó desapercibido.
Bizcochado convenientemente el rival en la primera parte, la
segunda sirvió para pasarle por encima. En el minuto 65, un nuevo contraataque
rapidísimo llevaba el balón a pies de Lass, quien a diez metros de la frontal
lo pasó en diagonal para Cristiano, que entraba a toda velocidad por la
izquierda y marcaba gol de trallazo inapelable por la escuadra. En el descanso
había entrado Higuaín, y gracias a una jugada notable suya llegó el tercero:
recibiendo muy marcado en banda derecha, se las apañó para avanzar unos quince
metros y, ya cayéndose, pasar al centro del campo, donde recibía un Kaká que
también había entrado al partido. Con notable rapidez mental, el brasileño se
giró sobre sí mismo y le pasó la bola a Cristiano, quien desde su habitual
posición en la esquina izquierda volvía a marcar, esta vez definiendo por bajo
y colocado. Era la puntilla para el Milan, ante el entusiasmo de una grada en
la que vimos que, hoy por hoy, el fútbol en Estados Unidos sigue siendo
territorio ‘panchito’.
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.
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