Jose Mourinho, que ya ha remontado la situación y vuelve a
tener al Bernabéu de nuevo mayoritariamente a favor, decidió guardar balas para
el partido de Copa del miércoles. Entre lesiones y descansos, el Madrid se
presentó casi irreconocible, salvo en sus cuatro hombres de arriba, y con
Essien y Modric en el centro del campo. Experimento, de nuevo, fallido.
Porque Modric no sabe jugar en la posición de medio centro
creativo que plantea el Real Madrid. Al croata le sienta fatal jugar tan atrás
y, sobre todo, no cumple cuando le toca recibir de espaldas metido en la cueva.
Con Luka perdido, el Madrid no terminaba de arrancar, como si el café del
desayuno estuviera descafeinado.
Aún así, el Madrid era muy superior a su rival, que apenas
inquietó durante todo el partido en dos ocasiones a un Adán que estuvo muy
seguro. El nivel de los blancos, que volvieron a pecar de la ya habitual falta
de pegada de esta temporada, creció cuando Mourinho decidió dejar a Essien como
medio centro retrasado y que Modric jugara por delante. El ghanés, velocidad de
tortuga, sigue teniendo pulmones para todos y su inteligencia táctica le
permite jugar casi en cualquier sitio. Özil y Modric desperdiciaron las dos
mejores ocasiones blancas hasta el descanso, pero había que meter una marcha
más.
Y la marcha la puso, claro, Khedira. Con él en el campo el
Madrid sube la línea de presión y además gana presencia en área rival, porque
el alemán está de TOP. Fue salir él y en 19 minutos el partido quedó decidido.
A ello contribuyó, claro, el hambre de un Cristiano Ronaldo incansable,
desatado, dispuesto a llevar a su equipo en hombros hasta el fin del mundo, o a
la final de Wembley que viene a ser lo mismo. Tres goles del portugués que decidieron un partido en el que empezó marcando
un Sergio Ramos que comenzó de lateral, donde estuvo igual de despistado que
antaño, y acabó de central goleador, el lugar donde mejor le sientan los
desayunos.
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.
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