Después del partido en Pamplona contra Osasuna, los
objetivos para el club de Chamartín se van perfilando cada vez más. Sería de
necios afirmar que aún es posible ganar la Liga, cosa que está bastante clara
desde el principio de la misma, pues Mourinho nunca podrá pasar a la historia
con su récord estratosférico de goles y puntos.
Ante eso, el Barcelona debía y debe superar los 100 puntos y
los 121 goles en una temporada que el Real Madrid consiguió el año pasado, y
qué mejor que la inestimable ayuda de Villar y Sánchez Arminio.
Los 18 puntos son una losa tremenda para el equipo de
Mourinho, por ello, lo más lógico es centrarse en otras competiciones, como la
Copa del Rey y la Champions League, cosa que ya se hizo en temporadas
anteriores, y no centrandose con la Liga pues ésta está prácticamente perdida.
Por ejemplo, cuando el Real Madrid conquistó su séptima Copa
de Europa en el año 1998, quedó clasificado en cuarta posición, llevándose la
Liga el Barcelona de Louis van Gaal.
En la temporada 1999-2000, el Madrid se alzó con su octava
Copa de Europa en el estadio parisino de Saint-Denis, derrotando al más que
favorito Valencia de los Cañizares, Mendieta, Djukić y compañía por 3-0. Ese
año, en la Liga, el equipo madridista quedó en una más que discreta quinta posición,
Liga que se llevaría el Deportivo de La Coruña por primera vez en su historia
con los míticos Mauro Silva, Djalminha o Makaay.
Dos temporadas después, en la 2001-2002 el Real Madrid
conquistaría en Glasgow su novena Copa de Europa con aquel histórico gol de
Zinedine Zidane que quedará en las retinas de madridistas y buenos aficionados
al fútbol en general. Pues bien, ese año, la Liga se la llevaría el Valencia de
Rafa Benítez (¡quién lo diría si le viese ahora en el Chelsea!), con los
Baraja, Aimar, Carew y compañía, quedando el Real Madrid en una maquillada
tercera posición.
Es por esto por lo que queda demostrado que para conquistar
la décima Copa de Europa, la historia nos dice que la competición doméstica no
tiene por qué ser brillante sino más bien, todo lo contrario. Por ello, estando
a dieciocho puntos del primer clasificado y a siete puntos del segundo es más
sensato pensar en otras competiciones que intentar remontar una Liga que está
prácticamente perdida desde las primeras jornadas.
Así, aparece la Copa del Rey, una competición factible que
permitiría a los hombres de Mourinho conquistar su segundo título de la
temporada porque recuerdo que, en lo que llevamos de temporada, hemos
conseguido más títulos que el Barcelona, una Supercopa de España si bien no
recuerdo.
Ya estamos en cuartos de final, por lo que andar con
probaturas a estas alturas de la competición es, sencillamente, una temeridad.
Y qué decir del rival, el Valencia de Ernesto Valverde, un
equipo que, tras la salida de Pellegrino, ha mejorado notablemente sus
resultados y cuenta con jugadores de la talla de Valdez o de los canteranísimos
Parejo o Soldado que, cuando juegan contra el equipo que les formó
futbolísticamente, dan el 110% y reclaman como locas tarjetas o penaltis.
Dejando a un lado eso, hay que destacar principalmente que
el Real Madrid lleva dos partidos sin encajar un gol, gracias a nuestro portero
(sí, ahora le llamo portero porque ahora sí que hace su trabajo). También hay
que destacar la negativa racha que lleva el Madrid con los árbitros: En lo que
llevamos del año 2013, se han jugado tres partidos y en los tres, el Real
Madrid nunca ha terminado con sus 11 jugadores en el campo. Tres expulsados que
hacen pensar si los árbitros o el Comité en general han establecido que este
año, el Real Madrid no tiene que ganar ningún título.
Además, hay que mencionar la importancia de varios jugadores
del equipo. Pepe, Cristiano Ronaldo o Sergio Ramos no jugaron el pasado sábado,
y se notó. Aunque Sergio Ramos sea más bien de encefalograma plano, es un
jugador que cuando no se cree Beckenbauer, es un defensa sobresaliente. De Pepe
es innecesario justificar lo gran central que es, y de Cristiano, mejor no
hablar porque sale a gol por partido y su ausencia quedó plasmada en el 0-0 contra
el Osasuna.
Cristiano Ronaldo es el mejor jugador del equipo, de eso no
cabe ninguna duda. Al igual que lo es Messi en el Barcelona, el equipo debe
jugar para él y no hay más que hablar.
En el caso de Ronaldo, él se fabrica sus propios goles y así
quedó demostrado en la anterior eliminatoria de Copa frente al Celta de Vigo,
anotando cuatro de los cinco goles que anotó el Real Madrid en esa eliminatoria.
Por eso, es de ser bastante estúpido decir que el Madrid juega mejor sin
Cristiano Ronaldo.
Además de los jugadores, quien jugará un papel muy
importante en la eliminatoria será el árbitro, y en el partido de esta noche
estará arbitrando Muñiz Fernández, un viejo conocido de Cristiano Ronaldo pues
éste sufrió contra el Levante un brutal codazo por parte de David Navarro sin
que Muñiz le enseñase siquiera una tarjeta amarilla, así que esperamos que el
arbitraje de hoy sea lo más puro y cristalino posible.
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.
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