Mientras los ataques contra el entrenador del Real Madrid
siguen su curso natural, el equipo dirigido por José Mourinho ya está
clasificado para las semifinales de la Copa del Rey. Un hecho anecdótico. La
obligación del club siempre es llegar a lo más alto. Pero qué tiempos aquellos
en los que Del Bosque (Toledo), Schuster (Real Unión de Irún) y Pellegrini
(Alcorcón) nos hacían disfrutar con señorío y modales de la competición copera.
Todo un alarde de pérdida de imagen y ridículos ante equipos muy inferiores
deportiva y económicamente, pero entonces el vestuario era una piña, las
estrellas jugaban siempre y había que tirar hacia delante en la temporada. ¿Les
suena?
Tras este breve recordatorio pasamos a analizar el pase. El
Valencia mejoró su imagen del domingo -tampoco era muy difícil- y planteó un
partido más físico con Cissokho en el lateral izquierdo y Víctor Ruiz de pivote
defensivo. Aun así, la incomprensible suplencia de Banega dejó un vacío inmenso
de fútbol. Ni una jugada de peligro. Cero. Lo único llegaría a balón parado,
con la colaboración inestimable de Casillas en dos salidas a lo 'Plácido
Domingo'; en la última de ellas, Arbeloa le golpearía fortuitamente la mano. A
falta de más pruebas se descarta una posible factura, por lo que el tiempo que
se prevée de baja será mínimo si termina todo en una contusión.
El plan del Madrid era evidente: aprovechar una oportunidad al
contragolpe para sentenciar la eliminatoria. Cristiano estuvo cerca al
principio del partido. Pero no fue hasta el filo del descanso cuando Xabi
Alonso dió un pase de tiralíneas a Benzema, que el francés definió con sangre
fría ante Guaita. Karim tiene esa magia para aparecer en el momento oportuno de
la mayoría de eliminatorias del conjunto blanco. Todo parecía sentenciado. Ni
la rigurosa expulsión de Coentrao ni el fallo de Adán en el gol de Tino Costa
pusieron en peligro el partido. Lo problemático fue la vara de medir de Pérez
Lasa, inmune a la carnicería de los últimos minutos con Banega y Joao Pereira
de protagonistas, dando leña a diestro y siniestro. Pero el más ingenuo fue uno
del Madrid. Di María vio la roja directa en una acción incomprensible. Lo de
los árbitros con el Madrid ya clama al cielo, pero como dijo en rueda de prensa
Aitor Karanka, “de los árbitros ya nada nos sorprende”.
¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas.
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