miércoles, 23 de noviembre de 2011

No se puede luchar contra los Dioses


El partido tenía que ser una fiesta, y eso es exactamente lo que fue. Desde el primer momento había un ambiente altisimo en el equipo, y la clara sensación de que veríamos de nuevo a un Madrid arrollador. Sobre el césped caras nuevas pero sobradamente preparadas, con un Varane que vuelve a recordar sus méritos, un Callejón empeñado en romper la leyenda del canterano mingafría y un Nuri Sahin que empieza a tomar posesión de sus dominios. Comenzó el juego y tan lanzados íbamos, tan fácil salía todo, que a los dos minutos ya habíamos marcado, casi sin querer. El ejecutor fue Benzema, quien sólo ha necesitado un número determinado de minutos para dejar bien claro que le importa un pito la lucha entre Cristiano y Messi, que quiere ser mejor que los dos y los tiene ya no muy lejos. Habrá quien se lamente de que tengamos que escoger entre él e Higuaín, pero las quejas están de más: su rivalidad, predestinada desde esa semana en la que ambos vinieron al mundo, nos dará que hablar durante toda la carrera de ambos, y aún muchos años después. A Benzema e Higuaín hay que disfrutarlos.

No está este Real para especular con los resultados: es voraz y despiadado, al estilo de los años 50, y considera someter al rival a la máxima presión y golearlo la mayor prueba de respeto. Tres minutos tardó en llegar el segundo tanto, y otros dos el tercero, convertido por un inspirado Higuaín. A ese ritmo goleador, íbamos para un resultado 25-0. La interpretación más fácil era que el Zagreb se había descentrado con el primer gol, lo que unido al acojone que ya traía de inicio los convertía en un coladero. Pero no, eso es un error: la verdadera explicación es que este Madrid está ya en otro plano, el de los equipos de leyenda, que luego parecen cosa inventada pero existieron de verdad. Son equipos sin apenas puntos débiles, y los que tengan no importan. De vez en cuando incluso pierden, pero es igual. ¿Perdió alguna vez el Madrid de Di Stéfano? Nadie lo recuerda ni siente interés por ello.

Por esto, yo veo a este Madrid, ya muy superior al de Capello y al Galáctico, con una mezcla de disfrute y nostalgia. Acaban de empezar a carburar y ya los echo de menos. Sahin lo más importante que hizo fue jugar los 90 minutos en el Bernabéu. Con mi visión futbolística pude apreciar que en la mayoría de las jugadas buscó la opción más fácil, pasando a menudo a un compañero retrasado, pero no se privó de alguna virguería -tacones y ruletas- ni algún buen pase telescópico, como diciendo “eh, chiquillos, mirad lo que sé hacer”. Mi impresión es que en un par de partidos va a ser el amo del centro del campo, y que incluso va a sentar a Alonso en más de una ocasión para asi darle descanso al mariscal. Un revitalizado Özil marcó el cuarto gol, y hasta el descando la intención fue lograr el quinto, que no llegó por poco.


Llegó la segunda parte y Mou agotó los tres cambios de golpe, como en un partido de pretemporada. Los tres ingresados -Granero, Albiol y Altintop- recibían mimitos y el mensaje de que existían. Muy poco bajó la tensión competitiva del Madrid, que enchufaba el quinto muy pronto tras una gran asistencia de Varane y definición de Callejón.
Si había un eslabón débil era el campeondelmundo Albiol, pero es absurdo preocuparse por esto: no creo que ninguna plantilla de la historia haya estado compuesta sólo por cracks, y el valenciano seguramente sólo va a ser usado en casos de emergencia (aunque nos irriten fallos como el que propició el último gol croata).

Higuaín y Karim se inventaron el sexto de la noche, en combinación primorosa culminada por el francés. Poco después, él mismo nos regaló la imagen de este partido que perdurará para siempre: esperando en el área, le llegó un mal balón raso con el que ya no había más que hacer que perderlo, pero el genio no se resignó: realizando un movimiento sutilísimo, dios sabe cómo, levantó la pelota, y en un microsegundo se suspendió él mismo en el aire y ejecutó una bellísima chilena que paralizó el planeta fútbol. La bola se estrelló en el larguero, sacudiendo todo el agua que había acumulado, pero fue mejor así; de ese modo la acción no se desvirtuará siendo repetida millones de veces, como el puto gol de Maradroga. De hecho, es inútil que busquéis el vídeo por ahí: la jugada pertenece ya al mito, y es más ficción que realidad. La foto que acompaña a este articulo tiene una credibilidad muy dudosa, como las que enseñan de vez en cuando del monstruo del Lago Ness.

¿Metió dos goles el Zagreb? Es posible, a nadie le importa excepto quizá a los nietos de los que marcaron, que dentro de unas décadas igual ni se creen la batallita. ¿Cómo iba el abuelo Goran a meterle un gol al Real legendario, e imbatible?. 
Los aficionados de verdad al futbol sabemos que este equipo por fin nos hará sentir que las horas que invertimos en ver los partidos valen la pena, y que jamás podremos olvidar las próximas temporadas. Al Farsa ya nos los hemos cepillado, son historia pasada. Solo queda enterrarlos y escenificar un guión que cuya última línea escribió hace tiempo el genio de Setúbal, Jose Mourinho. Y por más que algunos quieran cambiar el final, les va a ser imposible. No se puede luchar contra los Dioses.

¡¡HALA MADRID!!
Madridistas de Firgas

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